El fruto de los dos ha caído sin remedio
Caminaba furtivo entre las ramas de mis besos
Enardecido por el sonido de tus lágrimas
Reposaba en un corazón repleto de sueños.
Danzan los duendes de la vida
No cesan de gritar tu nombre
Errantes en el lecho de un alma dolida
Dominan la pasión del hombre.
Mariposas de esperanza invaden mi noche
Detienen su cansado vuelo sobre mi manta
Pretenciosas engendradoras de risas
En muertes antojadas acaban sus días.
Impetuosa noche,
Tu tibio manto arropa mi nostalgia
Destierras el sol del día
Enemigo de tus caricias.
Nuestros abrazos de amor en bellos ramos
Llenan de otoño sus verdes hojas
Hoy caídas, dormidas,
Alfombras de amor para tus pies fatigados.
Este árbol sin frutos, se queda seco,
Sin el agua de pasión que le nutría
Sin nuestros besos otorgando vida
Del crujir de sus secas ramas quedan los ecos.
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